El día 25 de octubre como parte de las actividades de la Coordinación de pastoral, a las 7:00 de la tarde-noche se celebró en la explanada de nuestra Universidad el Rosario Viviente como momento de agradecimiento a Dios y sobre todo a Nuestra Buena Madre María por su protección y bendición hacia nosotros, sus hijos e hijas.
Siendo un espacio de oración, meditación y convivencia espiritual, la UMA dio gracias a Dios y a la Buena Madre María por caminar con nosotros en este año jubilar de los 30 aniversario de nuestra Universidad. Pedimos a Dios por los diferentes continentes representados por 5 colores misioneros (verde-África, amarillo-Asia, rojo-América, blanco-Europa y azul-Oceanía), suplicándole a Dios por la paz, la hermandad y el bienestar todos que habitamos en este mundo.
Este evento se llevó a cabo en el marco del mes de Rosario, donde se nos invita a meditar los misterios de Cristo de la mano de Nuestra Madre Virgen María. Fue así que reunidos con devoción, como Universidad nos dispusimos a orar y a cantar por todas las personas del mundo en diversas situaciones y realidades.
De esta manera, acompañados de cantos y alabanzas, con ánimo y esperanza, entre toda la comunidad educativa se fue rezando el Santo Rosario. Cada Ave María se acompañó con la iluminación de una vela sostenida por los alumnos como símbolo de fe y esperanza. Los anuncios de diferentes misterios se vislumbraron con la iluminación de las antorchas, simbolizando así la luz de Cristo, las cuales estaban sostenidas por miembros de nuestro claustro docente.
Finalmente, una vez que se había completado el rezo de cada misterio, como parte de la letanía de la Virgen María, encomendamos nuestras oraciones y peticiones a los diferentes Santos de todos los continentes como símbolo de la universalidad de la Iglesia. Concluida la letanía, las antorchas que se encendieron en cada misterio encendieron las velas del resto de participantes del rosario, extendiendo así la luz de Cristo en los corazones de todos los miembros de la Comunidad y Universidad Marista.
En definitiva, el Rosario Viviente fue un momento de profunda espiritualidad que nos permitió acercarnos como comunidad a Dios y a Nuestra Buena Madre María. Meditamos sobre la importancia de nuestra participación como miembros de la Iglesia en la oración por las necesidades de no solo nuestro país, sino también del mundo entero. Además, nos sirvió como un espacio para conectarnos de manera individual con Dios y contemplar desde nuestro interior la relación que tenemos con el Padre, Jesús y Nuestra Buena Madre María en nuestra vida cotidiana.
Coordinación de Pastoral