La pandemia nos puso en evidencia la importancia de trabajar la inteligencia emocional y cómo esto repercute directamente en todas las áreas de la vida, incluida la parte educativa, lo que se busca con la parte emocional es brindar un punto de apoyo para el bienestar de los estudiantes, ya que somos seres integrales y requerimos estar bien en cuerpo, mente y espíritu lo que beneficia nuestro desarrollo cognitivo y nos hace más receptivos al conocimiento y al trabajo en equipo, fundamentales para el aprendizaje.
Aprender a entender y trabajar las emociones nos ayuda en primera instancia al autoconocimiento, mejora la autoestima y la autoconciencia, se trata de entender y distinguir lo que se siente y no dejar que nos afecte profundamente, sino que al contrario, nos ayude a manejar de una mejor forma los conflictos, los problemas y las crisis, saber darle su justo nombre a la emoción y entender lo que mueve en nosotros nos ayuda a mejorar nuestra relación interna y con nuestro entorno, esto permite mejorar la experiencia de aprendizaje al lograr que se tenga más disponibilidad para el diálogo, el conocimiento y la participación activa en las aulas, por otro lado está mejora en las habilidades sociales les permite comunicarse de forma más asertiva entre pares, aceptar las diferencias y abrirse a opiniones diferentes, lo que mejora el desempeño escolar, ya que genera confianza en las personas, en lo que saben y en lo que puede hacer con ese conocimiento, por otra parte manejar las emociones permite tener una mejor conciencia de la otredad, al darse cuenta que los otros son seres humanos que sienten y viven situaciones similares a uno, aunque puedan existir diferencias en la manera de percibir la realidad.
En medida que se manejan las emociones, y uno se aprende a conocer de manera más profunda, no sólo mejora la relación con uno mismo, sino con los demás, ya que ayuda a generar tolerancia a la frustración y entendimiento de las capacidades y los límites propios y ajenos, lo que en la convivencia diaria va ayudando a mejorar el clima escolar y evitar conflictos o abusos, por otra parte genera tambien en los estudiantes la resiliencia, que les ayuda a afrontar las situaciones externas y entender que uno no está en control de todo y a veces lo mejor es adaptarse a las circunstancias y trabajarlo lo mejor posible para que no nos afecte profundamente.
De todas maneras esta educación emocional no nos exime de nuestras reacciones ante la adversidad o las crisis, pero nos da las herramientas suficientes para poder aceptar nuestras emociones, nombrarlas, trabajarlas y poder resolver de manera asertiva los conflictos, no se trata de ir por la vida con un optimismo irreal, sino de reconocer la complejidad que resulta en ser un ser humano integral y funcional, base que sirve para el desarrollo de la madurez y prepararse para el mundo y lo que conlleva la convivencia social en cualquier ámbito de la vida.
Es importante trabajarlo de manera holística y desde todos los frentes, no solamente los estudiantes, sino también entre profesores, directivos y administrativos, ya que como entorno y contexto general las escuelas deben funcionar emocionalmente de manera efectiva y brindar un ambiente lo más sano posible, no eliminando los problemas, sino aprendiendo a trabajarlos para la mejora de la comunidad y un desarrollo social realmente sostenible.